Entrada destacada

Si quieres saber más de mí haz clic aquí.

Tuve el honor de poder contestar a varias preguntas de Jhoanna.  Os dejo enlace.                                                            ...

sábado, 28 de abril de 2018

Sobre Impecabilidad


¿En qué momento una persona deja de ser auténtica? ¿Tomas las riendas de tu vida?
Creo que para que alguien pueda empezar de nuevo, darse una oportunidad, resolver algo que no le gusta de su comportamiento, debe primero asumir y entender el porqué actúa como actúa y la raíz del asunto. Hoy reflexiono sobre el tema y sobre la pédirda de mi impecabilidad a medida que han ido pasando los años.

Estamos continuamente inmersos en un sinfin de tareas diarias y obligaciones: nuestro trabajo, nuestros hijos, nuestra pareja, nuestra casa, nuestra hipoteca, nuestro físico, nuestra alimentación, nuestros estudios y podría seguir así hasta ocupar toda la página.

Se nos olvida algo importante mientras vivimos el día a día: nuestra conducta frente a las adverisades de la vida y comportamiento con los demás individuos. Vamos a trancas y barrancas, haciendo y deshaciendo, intentando pasar los obstáculos que la vida siempre trae consigo, pero no tenemos tiempo de parar. Parar y reflexionar sobre lo que éramos, sobre lo que somos, sobre lo que queremos ser. Y no hablo de lo que queremos ser cuando seamos mayores, cuando nos jubilemos, no hablo de nuestra vida profesional. Sino de lo que fuimos, somos y seremos como personas.

Es curioso, me hago esta reflexión porque lo veo en mi y lo veo en el resto de individuos. Lo veo en el mundo entero. ¿Te consideras una persona totalmente impecable? ¿En qué momento una persona deja de serlo? Decidme pues si los niños no son auténticos porque son los seres más humanos y puros que existen. Y ¿qué es lo que pasa entonces para que dejen de serlo a medida que van haciendose adultos? Porque si alguno de vosotros me dice que sigue siendo igual de inocente que cuando era un niño, miente.

Quiero seguir siendo impecable como era de muy niña, quiero seguir siendo auténtica como cuando lo era antes de que por algún motivo rompieran mi corazón. Quiero poder asumir las riendas de mi vida sin miedo a ser juzgada o castigada. Aprendiendo a soportar el dolor que conllevan los errores pero volver a ser íntegramente yo.

Cuando eres pequeño ya empiezas a decir mentiras. Os pongo un ejemplo. Estás patinando en el patio, pero sientes necesidad de ir al baño. Tienes terminantemente prohibido entrar con patines en casa. Pero sabes que es ir al baño y volver, son dos minutos y además vas a tardar más tiempo en quitarte los patines y volvértelos a poner. Como si fueses un espía de la Cia entras con los patines en casa, tu madre ni se entera porque está con el estractor encendido en la cocina haciendo la comida. Pero al llegar al rellano, no calculas bien tus pasos (porque lógicamente estás intentando caminar normal con patines) y te deslizas directo hacia el jarrón de la abuela. Se cae y se rompe en pedazos. Te quitas los patines en dos segundos y sales escopeteado hacia el balcón pensando en que jamás te habías quitado los patines tan rápido y que al final habría salido más a cuenta quitártelos para ir al baño. No obstante, te sientas en el suelo y actuas como si nada hubiese pasado. De repente oyes a tu madre vociferar por el pasillo hasta que ves su cara de enfado acercándose a la tuya. Cuando te pregunta qué ha pasado con el jarrón roto contestas que estabas jugando en el balcón tranquilamente y que habrá sido el gato.

¿Porqué? Para evitar el castigo, porque sabes que se te cae el pelo si le dices que has sido tú quien ha incumplido las normas y ha entrado con patines en casa. ¿Y qué pasa entonces? Que evitas la bronca pero a la vez dejas de ser impecable. Y si sigues haciendo esto y te acostumbras, dejas de tomar las riendas realmente de tus actos, porque no asumes las consecuencias de lo que te pasa creyendo que así será mejor porque no serás juzgado, pero a la vez dejas de ser tu mismo y además ¡llega un momento que no sabes ni quién eres! Llega un momento que piensas que mentir es mejor que cualquier sanción. Pero no sabes lo que viene después de no ser sincero. Conlleva pensar que no se puden cometer errores. Nos hemos acotumbrado a pensar que las personas no pueden cometerlos. Y eso no es así. Todo ser humano se rige por el mismo patrón y todo ser humano los comete a diario.
Y si extrapolamos esto, pensar en cómo va el mundo. Los seres humanos intentan sobrevivir y para ello se adaptan al medio en el que viven. Nos adaptamos pues a vivir continuamente entre mentiras y juicios de valor. Nos quejamos de que los políticos mienten, pero no somos capaces de mirar nuestra conducta. ¡Nosotros lo hacemos a diario!

Es una cadena: soy auténtico, sufro, si miento veo que no sufro y no tengo castigo ni juicios, por lo tanto invento, dejo de ser impecable pero me adapto a una sociedad llena de embustes porque todos son así. Pues no señores. Porque si invertimos este proceso sería: no digo trolas porque soy auténtico y si digo la verdad nadie tiene porque juzgarme ni castigarme, y si he hecho algo malo, asumo las consecuencias porque todo el mundo puede equivocarse y me permito el lujo de hacerlo.
Y lo peor de todo es que en tu interior sabes que dices mentiras pero estás tranquilo porque no has tenido castigo alguno. Segundo ejemplo. Estás mal con tu pareja, lleváis dos semanas enfadados y casi no os habéis ni besado en ese tiempo. Justo tienes una cena con tus antiguos compañeros de colegio y allí te vuelves a encontrar con tu amor platónico de entonces que está por ti durante toda la noche. Te acompaña a casa y al despediros os besáis. Sabes que sólo será eso porque cada uno tiene su vida, pero sólo disfrutabáis del reencuentro y tu te has sentido tan protegida y arropada que te dejas llevar. Pero sabes que no va a ser más que eso. Llegas a casa, tu pareja te pregunta cómo ha ido la cena y le contestas con un bien, sin explicar nada más de lo sucedido.

¿Porqué? Por evitar el castigo, que podría ser perder a tu pareja. ¿Y qué pasa entonces? Que evitas el juicio pero a la vez dejas de ser impecable, de asumir tus errores y de tomar las riendas de tu vida. Y como consecuencia se crea una culpabilidad dentro de ti: falsificar la realidad por no perder a tu compañero. Pero esa culpabilidad estará ahi, ocupando un rincón en la mochila que arrastras de cosas negativas. Y que a la larga puede incluso somatizarse en enfermedades físicas si se junta con otra clase de emociones y problemas que surgen o que no has resuelto. Y ya no hablemos de si tu marido se entera de lo del beso.

Y así vamos por la vida incierta, por un mundo de calumnias lleno de gente falsa y borrosa.
Es más fácil decir la verdad. Te podrás sentir culpable por tu error. Pero si encima mientes, te sentirás doblemente culpable por tu fallo y por haber contado cuentos. Serás egoista por evitar el castigo y encima no serás un persona auténtica. Si eres sincero cabe la posibilidad de que la sentencia sea menor de lo que esperabas y te sentirás muchísimo mejor contigo mismo. Si no lo eres corres el riesgo encima de que se enteren. Serás doblemente castigado.

Mires por donde lo mires, la raíz está en ser impecable. Tu decides lo que quieres ser.
No hagas caso cuando te digan que debes ir a tu bola, que debes pensar en ti y que los demás no importan nada. Quién te lo diga está harto de sufrir, está asumiendo ser impuro. Empecemos por ser auténticos y así cambiaremos el mundo, porque el mundo está formado de personas y las personas siempre están a tiempo de cambiar. Di la verdad siempre, asume tus errores y las consecuencias. Sólo así podrás evolucionar. Solo así podrás empezar a sentirte mejor y a hacer sentir mejor a los demás y estoy segura que te llevarás sorpresas porque los castigos no son lo que esperabas. Cuando eres justo, la vida también lo es contigo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario